Aun para el creyente,
nuestro intento por mostrar la función
del número en la Biblia está sometido a las siguientes premisas:
Primera: La
autoridad del Texto Sagrado (hebreo y griego) ha de ser aceptado sin ningún
tipo de discusión o duda.
Segunda: Las
conclusiones surgirán del texto mismo, por cuanto ninguna luz puede proyectarse
sobre este o cualquier otro tema, sino aquello que Dios se ha complacido
revelar en Su Palabra.
En el texto sagrado, el número está allí, esperando ser hallado, ser notado, ser advertido. Veámoslo desde este punto de vista:
En el texto sagrado, el número está allí, esperando ser hallado, ser notado, ser advertido. Veámoslo desde este punto de vista:
En la narrativa bíblica,
como recurso dialéctico, el número puede
resultar un elemento totalmente prescindible. Cuando, por ejemplo, Apocalipsis
nos habla de sellados, ¿por qué no
los refiere como miles o decenas de miles? Asimismo, igual resulta afirmar que los “peces” son muchos, bastantes o suficientes →
Juan 21:11. ¿Cuál es el propósito en determinar una cantidad? Si los hechos
pueden describirse perfectamente sin necesidad de explicitar un número, ¿por
qué mencionar ciento cuarenta y cuatro
mil o ciento cincuenta y tres?
¿Por qué un registro específico?
La numeración bíblica debe considerarse como uno más de esos finos instrumentos de
precisión que utiliza el relojero o el neurocirujano. Así como las varias ramas
de la filología (semítica y griega), el conocimiento del marco histórico y las
distintas divisiones de la teología sistemática, la numeración es una herramienta adicional para mejor comprensión de
la única doctrina que plugo a Dios
plasmar intrincadamente en Su Palabra.
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